30 de enero de 2011

Un segundo.

....Faltaban menos de 10 segundos para la hora...

Recorrí todo el lugar con una mirada apresurada.
Yo quería ir al cine, como de costumbre, pero tu seguro ya tendrías hambre. Llevabas un rato esperandome en el lugar donde siempre suelo citarte.
¡Disculpa! No vi mi reloj y aparentemente decidí irme por el camino más largo, pensando que tú serías la que llegaría con retraso.
Camine directo hacia aquel lugar, con la mirada perdida en la nada, mientras en mi ipod sonaba una canción de Louis Armstrong – What a Wonderful World –.
No lograba verte en el lugar de siempre entre todo ese mar de gente. Volteé a ambos lados buscandote por toda la plaza. En seguida que mire de frente, solo pude percibir dos brazos que se envolvían de lleno sobre mi cuello y unos labios delgados que besaban mi mejilla mal afeitada.
– ¡Pense que no ibas a venir! – dijiste con un semblante cansado, pienso yo, por el tiempo que me esperaste.
– No era mi intención, pero dime, ¿Qué quieres hacer? –dije sonriendote y notando tu mano cerca de la mía. Yo seguía con la idea de ir al cine, pero me dijiste que querías comer.
Caminamos un tramo no tan largo, hasta toparnos con las escaleras eléctricas que daban hacia el área de alimentos y bebidas. Subimos, conversando de cualquier cosa, y al llegar lo primero que pense, y salio de mis labios fue – ¡Ensalada!–.

Si supieras cuanta alegría me da, darme cuenta que somos tan iguales en muchísimos aspectos. Yo con mi obvio trauma de la infancia, y tu tan "Valemadres" en distintos aspectos. A veces me gustaría ser como tú, y poder tener la fuerza y la voluntad que tienes. A veces, cuando me sentaba a conversar contigo, en las noches, hablando de cualquier cosa sin sentido, me daba cuenta lo importante que empezabas a ser para mí. Digo, no todos los días te puedes encontrar a una persona que piense, sienta y haga cosas tan similares a lo que yo como persona suelo hacer, pero a la vez tan distinto que pareciera que somos un par de desconocidos, programados para conocernos en otro lapso de ésta vida.

Comimos rico aquella tarde, y si me permites decirlo, fue una de las mejores tardes que he tenido en mi vida por muy simple que haya parecido. No todos los días te encuentras comiendo ensalada y tacos con una persona mucho muy importante en tu vida.
Recuerdas aquel escrito que redacte hace un par de meses que mencionaste que, te gustaría que alguien te escribiera algo tan bonito como eso, para ti.... Esas palabras aún me llenan de fe, pensando en que algún día podré escribir algo tan bonito... Mientras tanto, gracias por la mejor tarde de mi vida, y gracias por el tiempo que dedicaste todas las noches para contemplar mis berrinches escuchar mis temores, y concentir mis alegrias. (l)


¡Gracias!

29 de enero de 2011

Crónicas desesperadas: Perdido en la Gran Ciudad

Si...
A todos nos puede pasar alguna vez en la pinche vida...
Se te ocurre agarrar un camión con destino a la bellísima ciudad de México, tu, un humano cualquiera de "provincia" por así decirlo, que se dirige a México a comprar un par de cosas por cuestiones laborales. Piensas unos instantes antes de abordar al autobus: – Creo que me vendría bien visitar a mi amigo Fulano; hace tiempo que no lo veo...– Sin mencionar que el viaje que estás a punto de emprender te llevará a caminar horas más tarde por la peor zona de la ciudad capital.
Quién sabe, dicen que el destino es bastante preciso en cuestiones de manipular nuestra linea de tiempo y espacio sobre nuestros dominios terrestres, fuera del sueño onírico. ¡Que va! Me perdí en el bello centro de México, después de horas de buscar una maldita tienda de productos de recreación artística de las Calles –Street Art–.
Aquel día por cuestiones estupidas de estár leyendo blogs en el móvil, olvidé cargar la bateria (sabría que me serviría el Jueguito de GPS que traía instalado) y al día siguiente me levante bastante temprano; más temprano de lo común para emprender mi viaje en búsqueda de los dichosos artículos.
Tomé el metro con dirección Indios Verdes, que sé yo, ni siquiera recuerdo las lineas de metro que tomé para llegar al centro. Lo único que salvaba mi pellejo en aquellos momentos era mi mapita, donde en la portada se leía: – México 2010 Bicentenario –. Me sentía tan seguro. Tal era mi seguridad que me sentía como Dora la exploradora, con todo el pinche conjunto de herramientas que la afamada "Mochila Mochila" le podía proporcionar en momentos de peligro, o ubicación.
Una de las causas para ir a México al centro en búsqueda de no solo herramientas de entetenimiento personal....Fue, la responsabilidad familiar.
Invitaciones.
Claro, invitaciones para la fiesta de 3 años de mi sobrina. Ah! Pero no cualquier tipo de invitaciones. Invitaciones con dos palomas sosteniendo del pico un listón donde se lee claramente el nombre de la festejada... ¡No!. Invitaciones basadas en la inmaculable imaginación de aquel bastardo que inventó los programas estúpidos para niños.
Porque aquel osado gringo, no invento alguna otra serie para niños donde no incluyera a un remedo de Méxicanos exploradores con raices extrañas, donde la protagonista del programa tiene más amigos imaginarios que un maldito adicto a las drogas. 
"Dora La Exploradora".... Un nombre muy peculiar... Si es de decendencia mexicana, porque no se llama mejor Mercedes, o Xochitl, o Maria... o Mejor aún... REMEDIOS....
¿Se imaginan el programa con ese singular nombre? Prenden el televisor. No hay nada interesante. Hacen el clásico "zapping" matutino de todos los dias, en busca de una programación descente para sus ojos. Cambian de canal una y otra vez hasta que escuchan aquel melodioso nombre, proveniente del canal para niños vociferando: – ¡Si! Soy Remedios La Exploradora... y el es Jorge, mi Xoloitzquintle alegre. Ellos son papá y mamá... Mi papá es un mafioso importante en Quintana Roo, quién pago millones de dolares para que encerraran a Kalimba en la cárcel, y mamá... Mamá es la mujer más maltratada por la mano de mi padre....–
A veces imagino el programa de Dora, con un toque mas "realista" y me imagino de ésta forma el programa. En fín.

Busqué todo el día la dichosa tienda, que jamás encontré. Mucho después encontré una similar, pero no era lo mismo. Caminé sin rumbo, sin sentido. Pase por la misma calle como 300 veces, porque a mí, después de un rato todas las calles lucían igual. Con la misma señora vendiendo periodico, el mismo limpiaparabrisas, el señor pintado de color metálico, esperando una moneda para moverse, y la misma tienda donde había preguntado el precio una vez.
Confiando en nuestro MARAVILLOSO sistema de seguridad Nacional; la policia, me enfrasqué en la búsqueda de un – azúl– para que me instruyera y me dijera la ubicación actual de la tienda que buscaba.

– Disculpe, buenas tardes– dije yo, dirigiendome al sujeto obeso vestido de policía. Al parecer notó el tono "provinciano en mi voz" porque volteo y me observo detenidamente como si fuese un vagabundo en busca de una moneda. – ¿Que quieres?– Me respondió con un tono indiferente. –Señor, no pretendo molestarlo, solo me preguntaba....–hice una pausa – donde puedo encontrar una tienda de artículos de Arte, por ejemplo latas de aerosol, valvulas, pintura, y todo ese tipo de cosas que para ustedes es ilegar hacerlo – dije resaltando las dos últimas palabras de la frase.
–Pos no sé cara de que me veas vato – Me dijo el policia, frunciendo el ceño y mirandome profundamente. –YO soy dipno (supongo que quiso decir digno) y no se de esas cosas, pero si quieres comprar "esprai en aegrosol", vete toda la Corregidora y  te vas a  topar con un chingo de negocios de esprais en aegrosol. – Gracias Comandante – finalice, sonriendo. El policia me observo mientras me alejaba caminando rumbo a la Corregidora.
Maravillosas fueron sus recomendaciones, cuando al llegar me encontré con la calle repleta de ESPRAIS EN AEGROSOL"... Claro. Un error mío. Seguramente olvidé decirle que queria Pintura en Aerosol para pintar en las calles. No Spray en Aerosol para peinarme al estilo Elvis Presley. Maldita sea... 5 cuadras más que había caminado a lo pendejo...
Y al final del día, regresaba a mi hogar, con mis latas de pintura en aerosol, mis válvulas, y una botella de agua, junto con una "Rayarte Magazine" que tuve que comprar para ubicar la maldita tienda de "Esprais en Aegrosol"......

Maldita sea.... u_u



Gracias por leerme.

24 de enero de 2011

El Hombre que anhelaba ver el amanecer.

Mateus Ferguson, tenía tan solo quince cuando ocurrió aquel accidente que cambiaría para siempre la suave sintonía de su vida.
El auto de su padre Sigmund Ferguson, un Rolls Royce aparentemente conducido por un mayordomo desquiciado, termino a más de un kilómetro de distancia justo donde un sauce de mas de 30 años de edad yacía completamente imponente, tranquilo, con hojarasca por debajo de él, con raices tan fuertes que no sufrió el menor rasguño cuando el pedazo de hojalata se impactó sobre su indomable tronco.
Pareciera como si el auto hubiese sido degollado por un inmenso cuchillo invisible, ya que al momento del impacto éste se partio en dos lanzando al hoy difunto mayordomo por los aires, incluyendo a Mateus que, después de describir 3 volteretas completas por el aire, aterrizo en un monticulo de piedras dejandolo inconciente, no sin mencionar invalido para toda su vida.
¿Su padre? – El muy bastardo había sobrevivido a aquel percance, sin embargo la culpa lo fue acabando poco a poco hasta que un día lluvioso de noviembre, justo antes del décimo octavo cumpleaños de Mateus, se quitó la vida con el viejo mosquete del abuelo Elphias.
El trágico accidente del muchacho fue un golpe muy duro para la familia Ferguson sin embargo el dinero nunca fue problema alguno. El señor Sigmund tenía un trabajo muy cómodo, donde disfrutaba de ganar buen dinero por medio de la explotación de gente de color en los campos, sembrando, cosechando y trabajando la tierra día y noche.
No sólo obtenía ganancias extremadamente altas gracias al desprecio y maltrato de aquellos hombres, si no que se ganaba el respeto del pueblo por ser el mejor agricultor en la zona. Por otro lado, su mujer doña Carlota Salem (gustaba de utilizar su apellido de soltera cada que salía de farra con sus amigas, a jugar un clásico jueves de bingo) era una mujer rechoncha, descendiente de los Altos de Salem, una familia tan respetable que, tan solo con mencionar el apellido, la boca del locutor se llenaba de flores y alabanzas hacia aquellos que osaban nombrarse "Los Altos de Salem".
Aquella mujer disfrutaba de charlas amenas y afables con hombres atractivos que solían beber en los Pubs de las afueras de la ciudad, donde evidentemente el Señor Ferguson jamás tuvo el placer de entrar. Era conocida como la señorita Salem aunque en realidad ya tuviera 10 años de casada con su marido. Podría describirse como desagradable, la forma en que  esta –diva– trataba de conquistar a los hombres de aquel bar, vistiendo prendas semi transparentes, sostén con relleno, e incluso, llegar a la vergüenza de no portar prenda interior debajo de la ropa.
Laura, la hermana mayor de Mateus, era una persona tan distinta a lo que reflejaban sus padres. Su madre siempre se había avergonzado de ella, por ser una niña bastante culta, llena de cualidades que su madre no tendría en mil años. La capacidad intelectual de Laura era tan ávida, que recibio varios premios por parte de la Universidad de Humbleton, por la dedicación, esfuerzo, y su notable habilidad por el estudio. Se mudó de casa a los 19 años, justo antes de finalizar sus estudios a una pequeña residencia ubicada a las afueras de la ciudad, sin embargo siempre regresaba a la mansión de los Ferguson para visitar a su hermano.
Justo cuando el accidente tocó tajantemente la puerta de Los Ferguson, Laura dispuso de todos los ahorros de su vida para salvar a su hermano. La señora Salem sin en cambio, mostro un evitente desinterés por la salud de Mateus, mientras que el señor Ferguson por su parte, se encerraba todos los días sin falta, en su despacho hasta altas horas de la noche. Cuando todo estaba tranquilo en las penumbras de aquella mansión, se escuchaba el alboroto que causaba el hombre pasado de copas, tratando de llegar a sus aposentos para descansar de su cruel pesadilla. Muchas noches durante los siguientes tres años fueron monotonamente iguales, por no mencionar "peculiares".
El Doctor Chapman, era aquel sujeto que disfrutaba de –el semblante de sufrimiento– en sus pacientes, por causa de alguna enfermedad. Su extraña costumbre de fotografiar a sus pacientes mientras padecían una agonía interminable, se había producido años atrás mientras hacía su internado en una Ciudad desconocida de Rusia. Aparentemente lo que vio dentro de ese hospital, dejo tan loco al Doctor, que sus traumas fueron sosegados por el morbo de ver a la gente sufrir. En el ático de su casa se podia apreciar  una ominosa colección fotográfica, adherida a la pared con cinta adhesiva, que mostraba gente a punto de morir; con extrañas enfermedades faciales; con los ojos desorbitados debido al exceso de medicamentos que éste extraño hombre administraba a sus pacientes, entre otras no menos grotescas imagenes de abortos, cirujías fallidas y miembros seccionados. Una causa sin importancia para el Señor Ferguson quién había entablado una fuerte amistad y hermandad con el Doctor Chapman cuando eran tan solo unos jóvenes, hace ya algunos años.
El caso de la discapacidad de Mateus fue llevado completamente por Chapman, sin embargo no hubo mejoría en  el estado del muchacho con el transcurso de los años venideros. Laura quien no pintaba ni un pelo de idiota, era la única que se daba cuenta de que, el estado de su hermano empeoraba con el paso de los años al punto de que, a sus 18, Mateus lucía como un hombre de 30 años.
Fueron tiempos duros para Laura, debido al desinteres que mostraban sus padres por el poco avance de Mateus, dejando el caso por la paz, sin mover un dedo.
Un día antes de la muerte del señor Ferguson, la señora Salem se había liado con un par de hombres, aparentemente muchisimo más ricos que su marido, obligando a la señora a abandonar a la suerte a sus hijos, y escapando de su fría realidad. Cinco días después habían encontrado el cadaver de la galante dama flotando a las orillas del Rio Saliente, con gigantescos cardenales en la parte baja de sus piernas, y su aparato reproductor completamente destrozado.

Los hermanos Ferguson quedaron a la deriva de la soledad, pero no fue mucho problema gracias al buen trabajo que Laura había conseguído años atrás en una Fábrica de Electrodomesticos.
La muerte de sus padres permitió a Laura buscar un mejor doctor para tratar con la extraña enfermedad de Mateus, y cuando él llegaba a sus 19 años de vida, mostró señales de movimiento en sus lánguidas piernas que no estaban del todo perdidas.
En los años siguientes, todo fue mejoría para los hermanos. Mateus se casó con su enfermera, quien se había enamorado del muchacho cuando ella cuidaba de él. Su hermana Laura se juntó con un adinerado Gerente, quién sería el autor actual de la muerte del Doctor Champan, debido a su negligencia médica. Los años pasaron desapercibidos en la vida de ambos.
Mucho tiempo después, la desfortuna cayó sobre la familia de Mateus, cuando sus hijos y esposa murieron asfixiados por una fuga de gas, aparentemente hecha a proposito por un asesino hasta hoy desconocido en su totalidad.
Mateus estaba destrozado, se encontraba solo, y dejo derrivarse por la tristeza durante 5 años. Comía a deshoras, y el insomnio lo había acabado por completo. Los rumores del pueblo recorrían rápidamente por los oídos de los ciudadanos, describiendo a un funesto hombrecillo, llorandole a tres tumbas en el cementerio Municipal, todas las noches, con una botella de ron en mano y en la otra un pedazo de papel, aparentemente una fotografía.
El señor Mateus Gerald Ferguson, se había vuelto amargado, y decidió enclaustrarse en su hogar hasta la vejez...
El claro avance que había permitido a Mateus volver a caminar, se desvaneció en los siguientes años, dejándolo inmovil e inservible, en una silla de ruedas.
Laura desapareció durante muchos años, y un día de verano, un cartero apareció en la puerta de Mateus portando un telegrama que describia la inexorable muerte de su hermana en un accidente automovilistico, corriendo la misma suerte que el mayordomo cuando Mateus tenía tan solo quince años. El viejo se dejo morir lentamente, y las malas noticias no dejaban de llegar a la puerta de su hogar... 


Hacía años que no disfrutaba de ver un amanecer en la Colina de la ciudad, donde los colores del sol manchaban el azul celeste del cielo, pintandolo de naranja y amarillo fusionados con un ardiente rojo a lo lejos en el horizonte. Sin embargo, ya era demasiado viejo como para subir la empinada cuesta de la colina, y sus piernas habían dejado de funcionar hace muchísimos años.
La idea no dejo al viejo dormir tranquilamente, y cada día nuevo para nosotros, y uno más viejo para él, se levantaba dificilmente de su cama, se colocaba en su silla de ruedas y avanzaba hasta el umbral de la ventana mirando hacia la nada, en la profundidad del cielo azul.
Su muerte estaba tan cerca que Mateus sentía el frío manto del descanzo eterno cobijar su espalda, los últimos días de diciembre....

Eran las 6:00 am cuando bajó con cuidado las escaleras de su hogar (de joven había aprendido a valerse por sí mismo, y habia aprendido tantas cosas como discapacitado que hoy ponía en función). Se colocó con cuidado en la vieja silla de ruedas que le había regalado Laura hace una década.
Abrió la puerta de su hogar, y dejó la llave bajo el tapete que tenía las letras de BIENVENIDO gastadas y despintadas a causa del sol.
Se dirigió por la calle principal de la ciudad hasta llegar a una pequeña privada con destino a la cúspide de la Colina. La calle estaba en mal estado por lo que su silla de ruedas se atascaba de cuando en cuando en pequeños baches formados por las constantes lluvias de abril. Sus manos estaban completamente sucias cuando había llegao al final de la privada y comenzaba la subida hacia el punto más alto de la Colina que era el Mirador de Los Enamorados.
El camino era pura terraceria, y lucía abandonado, debido al asesinato que había ocurrido el 10 de mayo en el Mirador, por lo que el presidente había decidido cerrar aquella atracción turística que solo atraía a reporteros y columnistas de otras ciudades.
Subió con dificultad el primer kilómetro, y detallando que solo la silla de ruedas era un estorbo más, se bajo de ella, soltandola.  La silla corrió cuesta abajo a gran velocidad estrellandose con una vieja fuente de marmol, donde se bañaban las aves matutinas y las ardillas bebían agua alegremente.
Los siguientes dos kilómetros fueron los más dificiles de su vida, puesto que iba reptando en el piso como una serpiente para poder alcanzar un sitio donde pudiera disfrutar de la bella vista.
Pareció eterna la travesía cuando al fin había llegado al mirador, con sus ropas manchadas de fango, y roídas por el suelo empedrado, más o menos a las 4 en punto.
Siguió reptando en la superficie de tierra hasta alcanzar una pequeña banca que se encontraba semidestruída a causa del vandalismo juvenil.
Se sentó y esperó un largo rato mientras su cuerpo y alma descanzaban el enorme esfuerzo empeñado cuesta arriba.
La decepción llego al corazón de Mateus cuando, al levantar la mirada se encontro con un obstaculo que le impedía ver el amanecer con claridad. El edificio Evans, construído por el difunto esposo de Laura, era una gigantesca columna con pequeñas ventanas,  lo suficientemente grande como para impedir una hermosa vista hacia el horizonte.
Decepcionado, bajó del lugar donde se encontraba, y se arrojo contrá el piso por segunda vez, para reptar hasta el punto más alto de la colina para degustar de aquella maravillosa creación de Dios.
Eran las once en punto cuando Mateus llegaba al punto más elevado, que estaba completamente dominado por la oscuridad de la bella noche. Hacía una brisa cálida en el aire por lo que no fue necesario llevar cobija. Por primera vez en años, su estomago exigía a voces alimento para saciar su brusquedad. Mateus no había preparado suplementos para su viaje final.
Estuvo sentado al son de la luz de luna observando las estrellas; catalogando los astros aparentemente lejanos de él, soñando con tocar por al menos una vez en toda su vida aquellas formaciones de luz ubicadas a eones de años de distancia de aquel insignificante hombre. Observo una y otra vez  el horizonte, sin parpadear un instante, hasta que, un par de horas después pudo apreciar el momento más grandioso que había vivido años atrás con su esposa:
El cielo poco a poco se fue pintando de un naranja tan nítido fusionado de amarillo y rojo, desvaneciendo de tanto en tanto el azul del cielo. Una a una, las estrellas fueron desapareciendo en el umbral carmesi de aquel cielo matutino, dejando a la vista una enorme esfera de color amarillo que derramaba rayos de luz por toda la colina, describiendo un hermoso espectaculo para los ojos de Mateus.
El sol fue asendiendo lentamente hasta llegar a una pocision adecuada donde la luz del día iluminó por completo la ciudad de su infancia, trayendo recuerdos y añoranzas al anciano sentado en el suelo lleno de hierba. Las lagrimas rodaron por sus ojos llenos de arrugas, reflejados en el cielo con un tono azul celeste en la pupila.
El espectaculo pareció eterno, pues Mateus disfrutaba cada instante de aquel amanecer.
Pareciera como si el tiempo se hubiese detenido en aquel instante, cuando el anciano disfrutaba de aquel paraje. Mateus, estaba completamente tranquilo, sosegado, himnotizado por el flugor de aquel amanecer. Dió dos grandes suspiros que se quedaron al viento como si fueran memorias que describian aquella añoranza de años, cumplida al fin.
Respiro profundo una vez... dos veces... tres veces... y se quedó inmovil durante un largo rato.
Mateus Gerald Ferguson, de 96 años dejó de respirar a las 9:39 del 23 de diciembre de 2010. Ahora, se encontraba en un lugar mucho mejor que el de su imaginación.



Gracias por Leerme.

18 de enero de 2011

Tiempo atrás.

Que cosas tan extrañas pasan últimamente, en el fino umbral de mi mente, fusionado con aquellos sueños que hoy me apetecen tan lejanos y ajenos a mi persona.
Quién podría adivinar que las cosas pasarían de manera tan precisa, que lo único por completar en la estancia de este solitario sitio, es maldecir una y otra vez aquel error que cometimos sin al menos poder retroceder el tiempo unas horas, días, incluso años atrás para darnos cuenta que, cometeríamos el mismo tropiezo, por calculados que fueran nuestros pasos.
Es increible como pasa tan rápidamente el tiempo, que en un abrir y cerrar de ojos, nuestro rostro pintado con la suave textura de la alegría terminaría siendo tan sólo el recuerdo de las añoranzas de antaño cuando te conocí por primera vez
Quisiera retroceder el tiempo impreciso en la fría estancia de mi vida, para degustar más de aquellos labios que por instantes –que parecieron eternos–rosaron  los míos haciendo palpitar mi corazón con tal rapidez que sentía como si quisiera salir de mi pecho con tal brusquedad que olvidaba respirar por momentos mientras tus labios se encontraban con los míos.
Que esperamos del tiempo si no tiene nada más que ofrecernos que el dulce sabor del recuerdo, empero el amargo sabor de la realidad, y sin más que pensar, solo me queda recordarte por lo que has sido en estos útimos cinco años, que deseosamente me gustaría volver a vivirlos con la diferencia de que, me gustaría vivirlos contigo...
Una pausa entre el espacio es lo que se necesita dentro de todas las remembranzas que vienen a mi mente llamando a la puerta a éste olvido, pidiendo señales de tu recuerdo que aun vive dentro en lo profundo e inaudito de mi ser. Mientras tanto, gozaré de mirar tus ojos, esperando un encuentro furtivo entre ellos...


14 de enero de 2011

En busca de la felicidad.

Fue el primer título que se me ocurrió cuando quería relatar a cerca de ésto.
La felicidad, es una de las herramientas más grandes que poseé el hombre para controlar un porcentaje determinado de su sistema límbico.
El mar de emociones que sentimos cada que vemos a esa chica que tanto amamos, pasar por el corredor de la escuela, impotentes por no articular palabra alguna, al menos expresarnos corporalmente para demostrarle a ella que estamos vivos, que si hay una razón por la cual sonreímos, es simplemente porque ella existe.
Las cosas son cómicas en cierto punto de la vida, donde confundes, el significado de Amar y querer; y lo que quieres realmente; tú sientes que lo amas, sencillamente por una corazonada, En cambio lo que tu realmente amas, sólo sientes quererlo, por aquel temor de –Amar es sufrir–
Nunca sabremos que es lo que sucede si no nos arriesgamos a tomar el camino indicado, y aunque no lo fuera, si no experimentamos de manera, irracional, pensante, dominante, equitativa; de la forma que sea, jamás estaremos dispuestos a ver más allá de lo que queremos ver...
La búsqueda de la felicidad está a algunos años venideros, y para ello necesitamos experimentar todo lo que tenemos en posibilidad de experimentar, sin osar a tener miedo, y abandonar los sueños.

Porqué carajo estoy escribiendo todo ésto?
En realidad, la vida a veces es muy injusta, al punto de borrarte más de 1 millón de sonrisas al mes. Es tan real, y objetiva con nosotros que juega de maneras extraordinarias, haciendote caer una y otra vez. La vida siempre nos hará llorar. Depende de nosotros, si queremos derramar las lagrimas, por algo que realmente valga la pena....
Por algo...Que merezca la pena luchar.


Gracias por leerme.

12 de enero de 2011

Si tu me sigues, te sigo.

Es evidente, ver hoy en día el gran avance de la tecnología en el dominio del ser humano. Y si, me refiero en el dominio del ser humano, porque nosotros mismos estamos causando el declive de nuestra propia raza humana.
Las generación X, es considerada la generación que creció a la mano, del nacimiento de la tecnología. La mayoría de nosotros, aún leía libros, jugaba afuera en el patio soñando a ser futbolistas de renombre, construyendo mundos con nuestra imaginación, lo que hoy es imposible para la mayoría de niños con blackberry, ipod, o x-box.
-Si tu me sigues, yo te sigo-. Fue una frase tan, ridiculamente graciosa que escuché el día de hoy, a dos niños que aparentemente, disfrutaban de su "Regalo de Reyes". Mientras estaba parkeado en doble fila, en mi hermosa ciudad, con la ventana del auto abierta, pude disfrutar de la conversación más extraña que he escuchado, viniendo de dos niños de aproximadamente tirandole a unos 9 y 10 años.
-Wey agregame al "tuirer"- decía el niño gordito.
-Aguancha we, deja veo si tengo 3G, porque ayer estuve toda la noche intentando meterme al "feisbu" y no pude conectarme - dijo el otro niño al primero.

La mayoría de niños de esas edades, pidió en su lista de "Festividades Monetizadas, con el afan de derrochar tu dinero"...es decir, Navidad y Día de Reyes, un smartphone (teléfono con funciones de oficina, jeje) una computadora, un video juego, o algún otro aparato electrónico.
La venta de juegos de mesa, juegos de azar, libros y otros artículos de recreación y entretenimiento se vió afectada por la nueva ola Tenco-revolucionaria del 2010 /2011.
Lo que me lleva describir  éstos datos investigados al azar,  es para darse cuenta, como la tecnología, asi como el comportamiento de los niños evoluciona de manera bastante rápida.
Ayer, un buen moquetazo te llevabas si le rezongabas a tu mamá.
Hoy, simplemente, es un llamado de atención, al punto de que los padres son esclavos de los caprichos de los niños.
En conclusión, mis estimados lectores, y mercadologos. El punto de fuga monetaria. "Son los niños"...
Sigamos en esta revolución tecnológica y veamos hasta donde podemos llegar....

Gracias por Leer.

8 de enero de 2011

El hombre del piano.

Siempre me he considerado un hombre afortunado, por tener los maravillosos dones que Dios me dio. Desde niño, mis capacidades y anhelos creativos me guiaron directamente hacia la música, la única musa que me hacía alucinar tanto como si fuese un adicto al crack: un adicto a la música.
Mientras los otros se regocijaban jugando en el patio con sus figuras de acción, sus patinetas, sus trompos y juguetes de cuerda, yo aprovechaba mi tiempo, leyendo en la vieja biblioteca de mi abuelo, que tenía un gran contenido en literatura musical, libros con partituras musicales, así como biografías interesantes que leí incansablemente, hasta el día de su muerte.
Nunca supe en realidad la importancia de la composición de la música, simplemente la sentía en el interior de mí ser, cada que me sentaba en el viejo piano de cola de la tía Mercedes, ubicado en el salón principal de su casa; de color negro, con la lucidez en las teclas tan finamente labradas en marfil.
Siempre que teníamos oportunidad de salir fuera de la ciudad, rogaba a Dios que fuera para visitar a Tía Mercedes, para poder  tocar una vez más, el suave marfil de aquellas viejas teclas de su desafinado piano, y sentir recorrer las notas musicales como armonías danzando dentro de mis oídos. El suave resonar del Do, al compás de cuatro tiempos, la suave armonía que se creaba al fusionar un acorde de Fa mayor sobre la clave de sol, adornándolo con arpegios de la misma nota, tocada una octava mayor.
Pasó el tiempo, y mi padre ascendió de puesto en la empresa que trabajaba: una empresa dedicada a la venta de carnes frías para la ciudad y otras aledañas.
El nivel socioeconómico en mi familia súbitamente se vio mejorado, por lo que mi padre pudo complacer alguno de mis caprichos más anhelados; y  me compro un pequeño piano que estaba en venta en la calle Principal de la ciudad.
Aún recuerdo la primera vez que me senté frente aquel instrumento: lo admire con detalle durante un instante que se antojó una eternidad. Lo observaba como si fuese un bebe, recién nacido; con una incontenible ternura, y extrema precaución a la hora de tocarlo. Estaba completamente feliz!
*****
Años consecutivos,  la ola de crisis mundial, vio afectada la empresa donde trabajaba mi padre, por lo que los precios de la canasta básica subieron, y la demanda de carne disminuyo notablemente al punto de casi dejar en quiebra el esfuerzo de mi padre por sacar adelante su negocio.
Fueron tiempos difíciles, en el negocio, tanto como en la familia. Las rupturas sociales de mi padre se vieron reflejadas en su mal humor, y carencia de afecto hacia mi madre y hacia mí. La falta de dinero hacia que mi padre y mi madre pelearan todo el tiempo discutiendo por los alimentos, la ropa, o simplemente por cosas sin sentido que aún no era capaz de comprender.
Un domingo, desperté y el piano que me había comprado mi padre no estaba: Lo había vendido para poder pagar las deudas. Es una de las cosas que jamás le perdone a mi padre...
*****
Decidí estudiar una carrera (algo que mi padre no dejaba de mencionar), con los ahorros de mi vida, gracias al trabajo que me había dado el Señor Gómez, limpiando la tienda musical, donde mi padre había comprado mi piano hace un par de años. No era un sueldo que implicara felicidad, sin embargo; mi felicidad siempre estaba ahí, gracias a la gran cantidad de instrumentos que podía tener en mis manos a la hora de pasar el paño húmedo y ponerlos en el anaquel, aunque no pudiera tocarlos.
Partí a  la capital un día de septiembre, vagamente recuerdo la fecha. Iba directo a la universidad, a cumplir el sueño de mi padre por tener una carrera. Sin embargo, las esperanzas musicales aún se mantenían albergadas en el fondo de mis deseos, esperando a ser cumplidas por segunda vez.
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Siempre fui un hombre honesto, y tuve un gusto excepcional por las mujeres pelirrojas, "con pequitas en sus mejillas y nariz", por lo que, en cuanto termine mi carrera profesional, me case Stephanie, una compañera de clase, que me conquisto enseguida.
Tuvimos un hijo hermoso al que llamamos Aarón, tal como se llamaba mi abuelo. Y al parecer, con el tiempo descubrí que Aarón tenía las mismas dotes musicales que su padre. Aún recuerdo la primera palabra de Aarón, mientras escuchábamos las 4 estaciones de Vivaldi en el viejo tocadiscos. Balbuceando, logro decir - música- sin esfuerzo alguno, (siempre que pasaba tiempo con él, le contaba de mis grandes anhelos por  tocar en una orquesta, aunque solo fuera un bebe y no comprendiera palabra de lo que le decía).
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El doctor me detecto una enfermedad incurable en las manos. Si no se encontraba la cura a tiempo, tendrian que amputármelas. Esta noticia me hacia sentir un poco triste, porque, no podria escribir ni una memoria más, ni mucho menos volveria a sentir el suave tacto del piano que tanto he ame. Aarón hoy parte a otra ciudad, a estudiar medicina. Estuve en un error al creer que mi hijo tendría las mismas dotes musicales que su padre, sin embargo me siento orgulloso de él, porque estudiara lo que siempre quiso ser cuando era tan solo un retoño.
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Es increíble como una simple enfermedad puede derrumbar a una persona llena de energía. Hace días que no salgo de mi habitación. Afortunadamente tengo un cuarto de baño cerca, lo que evita que camine un trayecto largo. Estas piernas me están matando, y el color morado de mis manos no disminuye. Creo que es mejor que llame a Aarón, para que me consulte...Aun extraño el aroma de su madre, cuando vivía. Esta casa se siente vacía sin la presencia de ambos...

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Me quedan pocas horas? en realidad no sé. No me siento tan animado después de la mala noticia que me ha dado mi hijo. Su mujer pereció en un accidente, y mi nieto Joseph murió con ella. Aarón está destrozado, y yo? Soy tan solo un despojo, un estorbo en esta maldita silla de ruedas, mis manos son un pedazo de carne sin función. No puedo valerme por mi mismo para ir a mear, ni siquiera puedo comer con mis propias manos...
Cuanto tiempo tendré que esperar para que toque la muerte a mi puerta, y entre con sigilo para llevarme en su oscuro manto a las profundidades del abismo del sufrimiento.
Por un lado, me siento tan alegre porque poder ver a mis padres, a mi abuelo, a mi nieto...Oh! mi nieto, quien saco el don musical de su abuelo.
Recuerdo que antes del accidente, Joseph siempre corría junto a su abuelo pidiendo que le contara otra historia. Su historia favorita?  Era de aquel músico de Jazz, un músico de tez negro que siempre quiso tocar en un Bar, tan solo por conquistar a una bella dama de los suburbios. Sin embargo, no era aceptado por la sociedad debido al color de su piel. El músico de jazz jamás se rindió, hasta que después de 60 años, pudo tocar aquellas notas, para la dama que siempre amo. Toco fervientemente las notas, el día que la mujer reposaba tranquilamente en su ataúd, con una melosa sonrisa, y un tono pálido en su piel. Sin embargo el jazzista no dio pie a la derrota, y en honor al amor de su vida, logro tocar  una pieza en aquel salón de Jazz al que nunca fue aceptado...Después, simplemente cerro los ojos y se dejó llevar por la fría mano de la muerte.
Joseph, con una sonrisa en la comisura de los labios, sin saber que era la muerte, me preguntaba si algún día cumpliría mi sueño, de volver a tocar el piano. Yo? simplemente respondía con una falsa sonrisa y asentía con la cabeza.
*****
Quisiera poder al menos, tocar aquellas notas que me volvían loco años atrás. Quisiera retroceder el tiempo para poder disfrutar más de aquellos insignificantes momentos en el piano de la tía Mercedes, con  sus estruendosos gritos encima de mi cabeza, alegando el porqué de mi arrebato por tocar el piano de su ya fallecido esposo Louis, un músico de jazz.
Es hermoso el sonido de las aves.
            Afuera debe estar haciendo un día bastante ameno y maravilloso, lleno de luz y paz, sobre todo paz. El sonido que envuelve este pueblo, parece ser el réquiem de mi repentina muerte, aquí, postrado en mi cama, sin poder moverme, y con el anhelo más grande de mi vida...
Volver a tocar aquel piano... que me regalo mi padre....Do, Re, Mi…
 Aun puedo escuchar a lo lejos las notas de su desafinado piano. Puedo sentir la capa de polvo que cubre las finamente labradas teclas de marfil. Puedo sentir, el olor de la madera y el barniz del piano. El olor a humedad de la habitación, el simple aroma… de la música.
Gracias por leerme
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1 de enero de 2011

La persona que nunca estuvo ahi.

Jamás comprendí que significaba la frase "Cuando seas grande lo entenderás".
Hoy, en día tengo la edad suficiente para comprender lo que sucede alrededor de mi, y en el entorno sentimental de mis pensares y de todo lo que pasa -incomprendidamente- en la situación de mi vida. Sin embargo, no sé por que las personas que más amamos, son las personas que más nos lastiman, y nos llenan de reproches innecesarios.
Nunca entenderé porque las personas que son en ocasiones imprecindibles de uno, siempre son las que te dan la mano, y la mayoria del tiempo son las que te cuidan la espalda.
No sé porque las personas que más necesitamos, son las que menos estan ahí...
Y es que entonces mi razonamiento, sigue siendo tan inmaduro como hace años... porque sigo sin captar aquella frase que aun da vueltas en mi cabeza.
Feliz año y gracias por leerme.