24 de abril de 2011

Despertar.

¿Que sucede cuando despiertas de tu letargo?
De aquel sueño que tuviste durante mucho tiempo. Caminar, comer y sobretodo pensar, acciones indispensables, que hacías por costumbre.
Cuando despiertas todo es tan distinto a lo que estabas soñando y empiezas a tener miedo. ¡No sabes donde esconderte! Las personas que están al lado tuyo, son seres distintos. Te sientes solo, y confundido con tantos cambios.
Piensas una vez más. Y vuelves a soñar; no muy distinto de aquel largo letargo del que acabas de despertar, solo que esta vez, estás soñando despierto.
¿Cuanto tiempo tienes que estár asi? para comprender la situación que viven las demás personas y la que vives tu. ¿Es necesario tener que despertar de esta somnolencia que te hace perder la realidad, y te enfrasca en un prosaico sueño?
Es dificil entender, y cuando despiertes de aquel sueño donde estás con los ojos abiertos de par en par, te darás cuenta que no te has perdido de mucho. Al contrario, te encantaría volver al lugar de donde vienes, para evitar ver el desastre de mundo que has hecho con tus propias manos sin darte cuenta.

20 de abril de 2011

A mi manera.

Cuando fue la última vez que levanté la voz?
Me parece que ya hace un largo rato desde que deje varias cosas atrás para dedicarme a algo más específico. Cambié algunos modos; digamos, antisaludables por algo más sutil, para vivir por lo menos otros 10 años seguros. Dejé las tardes de – Diez tabacos después de la comida – y lo cambié por – 10 minutos de lectura después de cada comida. Dejé de mentalizarme cosas como "la vida es una completa mierda sin el amor y las cosas materiales" pues desde la llegada de mi viaje de intercambio no he hecho más que aprender, sin procurar tropezar, y si he tropezado, ha sido por pendejo. Cambié ciertas discrepancias de idea religiosa, por  ideas frescas propias de mi persona, procurando no faltarle el respeto a alguien más, y respetando cada manera de pensar de otras personas.
¿Donde ha quedado mi voz?
Cambié los gritos, por una manera más respetuosa de hablar, sin necesidad de llegar a la humillación ajena. Cambié ciertas cosas que parecían efímeras por no decir estúpidas en mi persona, y todos los días me doy cuenta que estoy más a gusto conmigo mismo que con todo el mundo.
¿Qué es lo que falta?
Lo que falta, es que el mundo empiece a cambiar. Y debe dar el primer paso, el que quiera ser diferente a los demás y no un PENDEJO cualquiera.
Tu de que lado estás?.
Del mío?
Del de ellos....?
O en tu propio lado?... ¡Piensalo!

Gracias por leerme.

19 de abril de 2011

Un detalle que no olvidaré...

El sol parecía ocultarse con las nubes, anunciando una inminente lluvia que pronto caería en el zócalo de la ciudad. Me encontraba sentado en una banquita, lejos de todas las personas, que se divertían con energías de sobra. ¿Y yo? simplemente me hallaba sentado del lado izquierdo de la banca, esperando a que la manecilla grande señalara el número 12 de mi reloj de pulso, y partir a mi destino.
Las primeras gotas de lluvia hicieron su entrada cayendo en mis lentes, y en la punta de mi nariz. Varias cabezas miraron en pocisión cenit, directamente al cielo, esperando a que lo peor ocurriera. Sin en cambio yo permanecí sentado en la misma banca verde, mientras observaba como la mayoría de los sujetos, – unos minutos antes divirtiéndose – señalaban al cielo y corrían a esconderse. Pasó un largo rato para que la lluvia comenzara su trabajo en el centro de la ciudad.  Permanecí durante cinco minutos más en el mismo sitio; las gotas caían en mi espalda dejando escalofríos que recorrian suavemente mi piel. A lo lejos del lugar donde me encontraba pude divisar a un hombre, sentado en una esquina de otra banca. Lucía tranquilo, con mucha paz, y al parecer no le importaba la lluvia pues hacía lo mínimo para atajarse.
La lluvia arreció un poco y me puse de pie, dispuesto a volver a mi camino, cuando de pronto el hombre se acercó tranquilamente hacia mi, y me dijo en un tono casi inaudible:
–Disfrútalo... No todos los días tenemos la fortuna de envolvernos en la lluvia y poder disfrutarla como cuando eramos niños...– Lo miré fiajmente, y el hombre simplemente me devolvió aquella mirada tranquila, con una sonrisa. Sin despedirse de mi, caminó en linea recta, como si nada le importara. Su destino era desconocido, y de cuando en cuando se le veía al hombre sacudirse la lluvia del cabello y sonreír de manera infantil. Me quedé parado en aquel sitio durante un rato que parecio eterno, tan largo que olvidé por completo el camino a donde me dirigía.

Hace tiempo que había olvidado que se sentía vivir con pequeños detalles, como el frío de la lluvia, pegando contra mi rostro....


Gracias por leerme.